Creo que en la infancia es cuando se fragua la imagen que tenemos de nosotros mismos. Cada uno se la va construyendo con los ladrillos que le proporcionan los adultos que le rodean...
-Eres imbecil!
-Eres especial!
-Como me gustas!
-Qué bien haces las cosas!
-Ya no te quiero!
-No vales para nada!
-No quiero ni verte!...
Ojalá algunas palabras pudieran volver a la boca y no haber sido pronunciadas nunca...
Porque se lanzan como dardos en un instante y se clavan en el alma de quien las recibe para no borrarse jamás.
-Eres imbecil!
-Eres especial!
-Como me gustas!
-Qué bien haces las cosas!
-Ya no te quiero!
-No vales para nada!
-No quiero ni verte!...
Ojalá algunas palabras pudieran volver a la boca y no haber sido pronunciadas nunca...
Porque se lanzan como dardos en un instante y se clavan en el alma de quien las recibe para no borrarse jamás.
Que cierto es!Hay palabras , comentarios o gestos, que oímos en determinadas situaciones, que nos marcan, y recordamos por siempre.Y lo más increíble es que la mayoría de las veces quien pronunció esas palabras, no tiene idea de la huella , la enseñanza, o el daño que dejó o causó.
ResponderEliminarPues sí Cristina eso es exactamente la base de mi reflexión... (veo que se despertó la neurona dominical :-)). Estamos totalmente de acuerdo, hay que enseñar a querer que luego cuesta más... Un beso
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios, estamos en la misma onda!
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